Marga y Esther se conocieron hace muchos años en Madrid, en una agencia de publicidad. Marga era directora de arte; Esther, copy.  Por aquel entonces la idea de tener hijos a ambas les sonaba como algo muy ajeno.

Al cabo de los años se quedaron embarazadas casi al mismo tiempo. Tuvieron un parto sin cesárea, sin traumas post vaginales y las dos dieron teta a sus respectivos niños como manda la Organización Mundial de la Salud y el dicho popular de que cuanto más le des de mamar, más listo y sano saldrá tu hijo (aún están tratando de averiguar si mereció la pena tanto esfuerzo).

Un día, entre teta y teta, coincidieron en admitir que esto de la maternidad no se lo habían explicado bien, así que decidieron escapar de ella de vez en cuando, yendo a pasar el fin de semana a cualquier destino de ofertón en Ryanair.

Durante sus escapadas sus hijos se quedaban con sus papás, que para eso están, demostrando además ser unos papás muy modernos y enrollados. En esos viajes sin hijos y sin pareja, Marga y Esther comenzaron a fantasear con la idea de hacer algo juntas, la una ilustrando y la otra escribiendo. Y empezaron a crear historias.

Al cabo del  tiempo Esther se fue a vivir a Nueva York y Marga montó Apéritif, su propio estudio en Madrid. Aun así, el deseo de hacer cosas juntas se mantuvo intacto. Este cómic es el resultado de esa amistad y de esas escapadas a las que ambas se niegan a renunciar.

Nacho también trabajó con Marga y Esther en la misma agencia como planificador estratégico y ahora también es socio de Apéritif. Si en esos tiempos le hubieran preguntado: “¿Te las imaginas de mamás?”, habría soltado una carcajada. A lo mejor si le hubieran dicho que hoy él también tendría, no un hijo, sino dos, su risa se hubiera vuelto un poquito más nerviosa.

Sin amenaza ni coacción alguna, Nacho aceptó unirse a este proyecto para definir la estrategia. Porque no todo va a ser por amor al arte, que las babysitters son muy caras.


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